lunes, 10 de diciembre de 2007

¡Vaya robo!

Los Pérez, una familia normal y corriente deciden, como tantas otras familias, marcharse de vacaciones en verano a un pequeño pueblecito perdido en la montaña.
Para que no quedara solo todo el mes, la familia se lleva al abuelo con ellos, que desde que se quedó viudo está muy triste y alicaído.
¡A ver si con los nietos se anima un poco y, con el aire y el sol, se olvida un poco de la abuela y mejora!.
Durante la mayor parte de la estancia todo transcurre sin problemas.
Los niños disfrutan del aire libre, corren y juegan sin parar. Se juntan con los chavales más traviesos y hacen un sin fin de perrerías.
Los padres gozan de una gran tranquilidad por aquello de "aquí no hay peligros y se puede dejar que los chavales jueguen a sus anchas"
Y el abuelito da sus paseos a la puesta del sol.
Pero un día nefasto, a pocas fechas de la vuelta, el abuelo se echó la siesta y no se levantó más de la cama, porque el pobre, de repente, sin hacer ni un ruido, había pasado a mejor vida mientras dormía.
El problema que se le creó al yerno fue impresionante.
En vista de ello habló con su mujer:
- ¡Vaya problema que nos origina tu padre! ¡No teníamos suficiente con haber tenido que pagar todos los gastos del entierro de tu madre, que ahora va él y se nos muere aquí para más "inri"!Y, el muy cabezota, nunca quiso tener un seguro de entierro. Esto nos va a costar un ojo de la cara y ... ¡no tenemos ni un céntimo después de las vacaciones que nos hemos pegado!No tenemos más remedio que buscarnos la vida para trasladar al abuelo de vuelta a la ciudad hasta su última morada. No hay dinero para pagar el traslado.Por supuesto, a los niños ni una palabra, ni un detalle que les haga sospechar lo que ha pasado con el abuelo.
En un principio pensaron en llevar al pobre abuelo en el asiento de atrás y decirles a los hijos que no le molestasen porque estaba durmiendo. Pero luego pensaron que les iban a crear un trauma de por vida cuando se enterasen del hecho de haber viajado sentados en el coche junto a su abuelo muerto.Por lo que, sin pensarlo dos veces decidieron empaquetarlo con unas mantas, bien atado con unas cuerdas, y colocarlo en la baca del coche, sujetándolo bien con los pulpos, como si fuera el equipaje y trasladarlo así hasta la ciudad.
A los niños les contaron que el abuelo se iba a quedar a pasar el resto del verano con unas amistades que había hecho en el pueblo y le habían invitado, así que no sospecharon nada en absoluto.
Parecía que todo se había solucionado sin mayores complicaciones.Pero tuvieron que repostar combustible y pararon en una gasolinera para echar gasolina, tomar unos refrescos y vaciar sus vejigas.El caso es que tardaron bastante en regresar al automóvil.Cuando se disponían a reanudar el viaje, Juanito, el hijo menor, se da cuenta de que los pulpos están por los suelos y "el equipaje" no está en la baca.
- ¡Nos han robado el equipaje, papá! - grita Juanito señalando la baca vacia.
- ¡Nos han robado al abuelo! - grita la madre.
La gente mira estupefacta y no pueden imaginar lo que ha pasado.
Los policias de tráfico acuden rápidamente con sus motos.
El padre se ve obligado a contar a los guardias lo sucedido. Estos se ponen rápidamente en movimiento y, ya a varios kilómetros, dan alcance a una furgoneta sospechosa que había repostado en la misma gasolinera. La detienen en el arcén, hacen descender a los ocupantes y les obligan a mostrar el contenido del equipaje.Ellos confiados empiezan a desatar y ...
¿Podeis imaginar la cara de los incautos ladrones que, esperando encontrar el equipaje de la familia repleto de cosas de valor se encuentran con el "regalito" del abuelo?.
Esa vez se fueron contentos al calabozo que estaba superpoblado con toda la familia del "fiambre".
El asunto está ahora mismo en manos de los tribunales
Pablo

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